sábado, 22 de diciembre de 2007

Calles de Madrid. Tienes suficiente para no dormir

Demostrado queda que los paseos por Madrid a las 7 de la mañana buscando café con leche desesperadamente, tienen aire de pecado. Demostrado está también que no son buenos para la garganta y que los caramelos que alivian la tos únicamente se chupan por placer, no por remedio a la enfermedad. Está probado además, que Rudolph es un nombre ridículo para lo que se supone debería ser un elegante reno nórdico y de sobra es sabido que no hay nada más íntimo que una mesa y dos sillas enfrentadas. Dicen además que la Sangría de las cenas de clase alegra el instinto, apaga la sed y que la relación risas-precio que te proporciona es infinita. Existe el rumor de que el mercado textil que se encarga de la venta de gorros de Papá Noel cae en picado. Los niños pasan de esas "mierdas" y ahora está de moda jugar a la PS3, que translada la II Guerra Mundial al salón de sus casas con una fidelidad asombrosa, haciendo que sus madres necesiten chaleco antibalas y casco para poner la mesa. Es una verdad como una casa que pocos juguetes divierten sin la necesidad de unas buenas pilas alcalinas y que en la puerta de El Gran Circo Mundial cuelga el cartel de "Se necesita domador y trapecista. No se requiere experiencia previa".

De niño un apasionado de la Navidad. Hoy en día un comedor compulsivo de polvorones, un desengañado más... Pero, hasta la fecha, parece que al gordito de rojo se le cayeron un par de cajas llenas de historias y noches impredecibles por el hueco de mi chimenea. Impaciente de mi las abrí antes de tiempo. Pero ustedes cayen (que él no lo sabe) y déjenme disfrutarlas.

Un beso.

Luis.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Se equivocaba conmigo

El miedo es lo que se siente al doblar la esquina. El miedo asusta al pensar que serás lo contrario de lo que soñaste. No tiene forma de casa en ruinas ni de anciana come-niños. El miedo tiene forma de cosas mucho más simples. Tiene forma de "aunque tú no lo sepas" y los domingos se viste de un "aunque tú no lo entiendas" tremendamente elegante. Tiene forma de cartas sin remite, sin un valiente que firme lo que escribe. Se sienta contigo a ver las noticias y más tarde te invita a una vida sin cambios, ordinaria y más sencilla de lo que jamás imaginaste. Te ofrece, muy sutílmente, (justo como hacen los vendedores de seguros dentales), una ciudad sin viento ni veletas que cambian con éste. Una ciudad condenada a bailar al ritmo de la lluvia sobre las capotas de oscuros vehículos sin moda alguna, conducidos por Don Nadies disfrazados de traje gris. Los versos condenados a una misma rima y las líneas de metro todas de un mismo color, aburridas y sin paradas con nombres como "Esperanza" o "Buenos Aires", que siempre le alegran el trayecto a uno, ¿no?

Y yo voy y le digo que no, que prefiero mis estrechas calles de pequeños portales carecientes de conserje y balcones abiertos a nuevas andanzas.

Un saludo.

Luis.