domingo, 5 de agosto de 2007

Ojos que aprenden a mirar...


Me gusta mi playa.

Siempre que vengo acabo pegando nuevos cromos en mi álbum de amaneceres. Éstos me recuerdan a cuando coleccionaba los del mundial de fútbol del 94...los jugadores de la selección de Camerún parecían todos iguales, pero si les mirabas en detalle podías ver cómo cada uno tenía sus rasgos, sus marcas faciales...en definitiva, eran distintos.

Con las mañanas parece pasar lo mismo. Aparentemente los mismos surcos creados por la misma máquina limpiadora dibujando las mismas infinitas líneas sobre la misma infinitésima arena y frente al mismo mar que el despertar anterior. Pero claro, yo hace tiempo me compré unos ojos que además de ver, miran. Los encontré en una tienda que vendía productos para luchar contra la monotonía, la aparente constancia y la linealidad de los días. Ésta sita en el barrio de la alegría, calle Ilusión número 13, a la que me mudé tiempo atrás. Sin hacer publicidad de ella os diré que vende también pastillas para soñar y dosis de optimismo. Creo que tomé demasiado de esto último, por eso hay veces en las que siento que los que me rodean ven las cosas torcidas y complicadas, cuando yo las veo tan rectas como la línea que parece delimitar el mar a lo lejos. A ellos les recomiendo unos chalecos inflables muy baratos y que pueden salvarte la vida en caso de que te encuentres inmerso en un pequeño vaso de agua del que creas no poder salir.

(...pausa mental: releo el texto y sigo escribiendo...que me estoy yendo por las ramas, como el koala que dicen que soy)

Hablaba de la playa del Carabassí. Hablaba también de que el sol de las siete de la mañana incide tan oblicuamente que puedes mirarlo directamente sin que te ciegue. Además su luz se atenúa y los rayos se pierden por culpa de la suave brisa marina que se levanta por encima del agua y las olas. Esta situación dura únicamente unos minutos...luego Apolo le da el empujoncito final, quebrantando la timidez que presenta a primera hora de la mañana y éste coge altura en el horizonte advirtiéndote de que deberías estar metido en la cama hace unas horas ya. Haré caso a Apolo entonces.
Buenos días desde mi particular observatorio del día a día.
Luis.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

ilusión y ver las cosas desde otro punto de vista...
buenos días, luis, muy buenos días :)

Mike dijo...

un abrazo fuerte desde karl marx alle con alexanderplatz, descansando en una plaza bajo la inmensa torre de communicaciones.

Unknown dijo...

Me gusta esa energía antimonotonía. Es el mejor café para empezar el día.

Crismar dijo...

La vida hay que verla con detalle para agarrarle siempe el gustico....


saludos